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Cómo revivir la Titan Desert sin ser un titán | Bicicleta | Deportar

Cómo revivir la Titan Desert sin ser un titán |  Bicicleta |  Deportar

Acuclillado en el lado izquierdo de la pista, el hombre me admiraba. Después soy mi hijo. El sonido, pero eso es lo que me permite dibujar una mueca o un resoudé. Miro la pantalla del GPS que muestra mi velocidad: 5 kilómetros por hora. Llevo un buen rato en solitario, pedaleando entre los pies cuesta arriba. Miró de nuevo al hombre, que sigue sonriendo, sin muchos dientes que exhibir. De pronto, me pregunta en francés »que haces?” (¿qué haces?). Puedo disputar de varias maneras, pero elegí atacar: “El idiota” (el idiota). Sube a un coche, levántate, saluda con la mano y sigue la pista de abajo. Estoy en el kilómetro 50 de la primera etapa de Titan Desert, en Marruecos. Me quedan otros 50 para ir al meta y los calambres en el cuádriceps y tengo que conducir un metro centenario con la bici en mano. Prometo. De esta manera, cinco etapas más en un viaje en locomotora desde las montañas del Atlas hasta las dunas de Erg Chebbi en el desierto.

Una vez más, me temo que los demonios ya lo han adquirido. Parece que soy el único que no lo tiene claro. El resto, 460 inscritos, tienen determinación fanática y exhiben dos tipos de objetivos: competir con la muerte o el fin (ser acabador), Sencillamente, cueste lo que cueste. No, eso es todo, pero es lo mismo. Para acabar con uno, cuando se divide el collado. J’ai tratando de darle vida put muslos con golpecitos. “Geles, tío, geles, tomate todos los que tengas”, et se aleja. Tengo cuatro geles, pero intenté algo en mi vida. Me los trago allos en menos de una hora y, poco a poco, recupero las piernas. Creo que es más de uno el que nunca consiguió petróleo. Los geles funcionan. El 15 de julio los calambres volvieron a azotarme, pero encontré heladas sin abrir el suelo. Me abalanzo sobre él y me lo trago. Sé un yonqui de los geles.

El escenario en el que vivimos durante toda esta terrible experiencia es el más cercano a un campo de trabajos forzados, la versión desértica de un gulag. Todos los días, los ponentes mantienen la tranquilidad. haimas descubrimos tres en tres con la odiosa canción de The Lumineers titulada Eh, eh. Pero hay algo de mucha gente: un discurso motivador que me hace erizar los pelos como bombas antes de comprarlos con la rutina de las bebidas: bebidas por el aire del baño, por coger el agua, por el control de las empresas, por decidir, por cada caso. Todo esto está en un estado de depresión. Lo que pasa aquí ? Luego tendré la salida, comenzaremos a seguir una pista, somos bienvenidos como perros, y acogemos con agrado el orden establecido del campamento. Lo dije, un gulag, un cuento de Huxley.

Imágenes del Titan Desert Marruecos. Cedidas por la organización.

Me llevo bien con Osvaldo y con su hijo Mauricio, que vino de la Pampa argentina y quien me explica sus objetivos: el padre, acabar la prueba, puesto qui apenas hace un mes que le operaron de la clavícula. El hijo aspira a quedarse entre los 30 primeros, palabras más importantes porque entre profesionales de la carretera y profesionales del mountain bike ha realizado 40 golpes orgullosos del lugar. Luego fuimos invitados por los hermanos Miguel y Prudencio Indurain. Mis amigos argentinos me preguntan si tengo un objetivo. Mire la clasificación del primer paso y vea que eligió 97. Inventé el elemento para elegir entre los 100 primeros. En realidad, esto es un error de cálculo que podría causarle agonía por una experiencia gratuita.

Cuento mis geles y no me alcanzan. Debes tener periódicos para tener tranquilidad. Like good enganchado, acudo al mercado negro y compro más, muchos más. Una y otra vez me viene al recuerdo un desternillante texto firmado por Íñigo Domínguez en EL PAÍS, que es el testimonio de una surrealista maratón de zumba en un crucero. El ser humano, dice Íñigo, es capaz de cualquier cosa con lo que no debería leerse en un libro. Me siento como si estuviera atrapado en un maratón de zumba en el desierto. La pregunta obvia: ¿Por qué? Uno de ellos jugó con Titan Desert durante décadas, imágenes sugerentes, leyendas sobre su terrible dureza y, en ese momento, un hombre se enfrentó al otro y me enseñó a encontrar la verdad. ¿Es tan dura?, ¿séré un titán si la acaba? Los discursos que se dan al aire libre con mis tímpanos de megáfono me aseguran que mi vida cambiará, que será mejor, que discernirá la importancia de lo superfluo, que afrontará los problemas vitales con serenidad. Espero poder entrar en la cabeza en un futuro próximo.

Quienes conocen la carrera (es cierto, los que cursaron cinco años de universidad) aseguran que el nivel medio ha aumentado notablemente, que todos los ciclistas experimentados son los más preparados, los hombres y mujeres que van a la ciudad tienen pocas cosas. Pero lo cierto es que no hay muchos jóvenes, pero son más de 60 sesiones, una centenaria de cinco minutos y otras de otras tantas de cuatro. La inscripción cuesta una cantidad de 2.000 euros, pero no es real si se tiene en cuenta el enorme despliegue de logística y seguridad que requiere la citación. Si lo deseas, también puedes contratar servicios de mecánico y masajista: todo para buscar al máximo. Yo no tengo ni lo uno ni lo otro, pero de tarde a tarde robo a hielo del cubo de las bebidas y me masajeo los muslos con suavidad. Psicológicamente, es un gesto importante.

En los primeros 15 kilómetros de la segunda etapa y allí incluso hasta la sexta y la última, se vende muy rápido mientras las piedras caen y la garganta se llena con un terrible sabor a sangre. Este es el momento clave del día: el enorme pelotón ha llegado en pedazos y hay que ser recibido por un grupo que navega rápido pero no abrumador. Escúchame si es salud. Pero cuando llegas a tu grupo y reconoces tu calaña, tienes que preocuparte por no retomar ruta y, sobre todo, quedarte solo. Lo único que significa desesperación y enormes pérdidas de tiempo incompatibles con el objetivo a alcanzar entre los 100 primeros. Entonces, hay infinitas razas dentro de la carrera. Casi todas a cara de perro. En el tercer paso creo que cogeré un animal de cola india de 20 unidades. Es mi grupo, pero ahí destrozaron van a tirones. Nos dirigimos hacia un punto de agua y todo se tira a las botellas como los tiburones. Tampoco es malo para el ciclismo. Decide que eres bueno. No. Evacuar el paisaje seco, ocre y lunar, y pasar a mi lado de Prudencio Induráin, que me dice que él también se equivoca. Uno de nuestros compañeros los necesita y los coloca en el vehículo. Prudencio nos dejó el lugar que sopla de costado, nuestra ánima y nuestro desarrollo finalmente dentro del grupo.

Imagen aérea del Titan Desert.FOTO DE LA ORGANIZACIÓN

Hace 30 años, él tenía 20 y Miguel Induráin tres Tour, pero un día andaba en bicicleta cerca de Villava y se enfrentó a otros hermanos en la carretera. Me permito estar con ellos (ese día solo tengo piernas) y me revelo como dos personajes entrenables, vacilonas, alegres… algo que no se ve en televisión. Siguen siendo dos señores. Soy también la de varios compañeros que me tendieron la mano en medio de mi carrera.

Una de las etapas más famosas de la prueba es la que atraviesa las dunas de Erg Chebbi. Quizás no exista una forma más absurda de intentar pedalear. A la entrada de la playa, los grupos están como fulminados por una granada: con los pies en la tierra. Lleve las bicicletas hasta una distancia de unos cuatro kilómetros. No es así: tras subirse a una tabla de olas terrestre, los pies y la arena transforman la pedalera en un suplicio. El encierro se retrasó por llagas en el camino, dolores cervicales, manos llegadas del acosador y deshidratados. Lo más llamativo es que Nadie se queja. El estoicismo de estas personas es sobrenatural. Ya al ​​margen del siglo V más o menos podemos decir que podemos ganar la Titan Desert (Vence Luis León Sánchez), el restaurante que tenemos durante dos días tiene sus alegrías propias. Da igual quedar el 77 o el 234. Lo que nadie admite es darse cuenta por vencido, aflojar, resignar. Los resultados de la carrera tan duran como queramos que sea. El problema viene cuando hay un hombre que necesita competir. Nuestro compañero de cuarto tiene espalda y activa un algoritmo para conectar el cerebro que es su nueva capacidad de sufrimiento. ¿Por qué? Para no tener que llenar las horas leyendo. Y porque estamos encantados.

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By Roberto C. Coleman

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