Vinicius, tema de espinacas. Inmenso juez y rebelde con causa, ejercita tu excelencia en el campo y tu lucha fuera de él por pautas de conducta que no hay corrección. En el Riad ya tenemos una declaración esperada: “Muchas veces estoy convencido de que no tengo que hacer esto, pero estoy aquí para mejorar. Ancelotti y mis compañeros me enseñaron”. Pero en el metropolitano volví. Le sacaron de nos casillas et se enredó en zaragatas.
Cierto que de nuevo había sufrido insultos intolerables traídos al campo. Supongo que es difícil llegar a un acuerdo con él, pero le explico que estáis luchando, a gran escala, en Canadá. Desde Mestalla han informado con la pista de que desde el anonimato de la grada hacía gestos de mono puso en marche a rueda que ya no va a parar.
Su gesto fue hecho para todos y lo armamos como país racista. Si estamos aquí, no es algo que discutamos. De todo lo que hay en la ciudad del Señor, hoy, pero en todo este caso, podemos decidir que si no somos racistas en los hombres, somos tolerantes con el racismo, como podríamos comparar a Javier Tebas con sus insistentes denuncias, la mayoría de ellos con Vinicius como ofendido. Tampoco si el mismísimo Madrid ha llegado a ello, porque tu fobia en Tebas puede tener el interés de ganar a tu jugador. Se mueve sólo en función del índice de Mestalla y por tanto de la reacción internacional. Entonces sí. Así que organizó un desastre consistente exhibiendo en palacio montados de señores blancos encorbatados poniendo cara de solidarios.
También, en este mismo momento, aparecen, como por casualidad, los hombres del Frente Atlético que, una semana después, habían recogido su muñeco de puente. Ni los jueces, ni los árbitros, ni los testigos que profieren insultos racistas serán más fáciles de ver para otra persona. Por eso tendemos a mejorarlo, pero es difícil parecer un Tommy Smith 2.0 llevándolo como un chiquillo. Un jugador desanimado como él tiene formas de hablar y, en este caso, el más efectivo es el peor de su zona. La defensa te permite estar fácil y además cuentas con la ayuda de tu banquillo, que se mueve por la banda. Hay una y otra vez en la trampa, se enoja, se concentra, discute con el banquillo, con el árbitro, con el linonero. Se ofusca, deja de jugar y l’leva tarjetas.
Yo diría que el pegan. Es cierto que es cierto, y más que otros, porque es uno de los mejores. Siempre pasaban a los delanteros y les pasaban. Han pasado y pasado por muchas cosas que hacer en Madrid, donde todo el mundo lo ha hecho, son y serán buenos, pero para ello ellos son el árbitro y creen que la solución es no perder la cabeza. El hombre llegó a Madrid tras recuperarse de los golpes de Amancio, sus últimos años. No importa distraerse o gastar tanta energía en discusiones con bancos rivales, que siempre parece ser el camino a seguir.
El Madrid perdió ante el Atlético gracias a un gol de Griezmann, mientras Vinicius perseguía. Puede ser desembarcado antes de dirigirse a la zona, como hace con la frecuencia de ésta, pero lo utilizará para enviar el brazo al árbitro dependiendo del conteo de las recogepelotas. Una tarjeta gratis. No es para estas cosas. Para ello es el capitán o el empresario.
Ancelotti lo reconoce bien. Los compañeros lo entienden bien. La lucha contra el racismo está en marcha y sólo podrá ser segura si el reconocimiento es meritorio. Los que no hacen ningún bien sa los que le ayudan se ha sentido víctima, porque le induce a mantener vivo el círculo vicioso: me insultan y me pegan, luego meto la pata; meto la pata, luego me pegan y me insultan…
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Límites del pecado de Lee
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